Hacia un mundo nuevo

La inclusión parte por casa: ¿Cómo generar ambientes inclusivos desde el hogar?. Parte I

Educación

 

Forjar una comunidad inclusiva depende de nosotros, los adultos, y de nuestra habilidad para reconocer lo diverso como una fortaleza de nuestra sociedad y dar el ejemplo en ello.

1) La naturalidad de los niños a veces nos desconcierta:

- “Mamá, ¿por qué este niño no habla?”. “¿Qué le pasó a esa niña en la cara?”. ¿Por qué soy tan distinto a mi hermano?

- “Mi amor, eso no se pregunta”. “Deja de mirar así a ese niño”.

Como adultos, más de alguna vez nos hemos enfrentado a alguna de estas difíciles preguntas. La naturalidad y curiosidad de los niños a veces nos pone incómodos, porque creemos que el hecho de que reconozcan diferencias en otros pares es inadecuado o no tenemos una respuesta con la que podamos salir del paso.

Olvidamos que parte de esta naturalidad tiene que ver con la exploración del mundo que nos rodea y que es necesaria sobre todo durante los primeros años de vida. Es gracias a la exploración que el niño capta y organiza el entorno. Acompañarlos en sus descubrimientos les permite llenar el mundo de significados y atribuciones positivas o negativas a las cosas.

Es por esto que cuando hacemos de esta exploración un tabú, en vez de reconocer con amabilidad y respeto la diversidad, hacemos desaparecer esa sensación de seguridad: los niños aprenden que está mal preguntar y reconocer las diferencias entre las personas puede volverse amenazante. En estos casos, incrementamos la posibilidad futura de que un niño mire con más recelo a alguien que no se parece a él, por ignorancia o miedo a lo diferente.

Es por esto que para formar niños inclusivos, tenemos primero que evitar el miedo y la desinformación hacia lo distinto, lo cual parte por las formas en que los adultos respondemos a situaciones ya sea dentro de nuestra propia familia, o la comunidad que nos rodea.

2) Crear ambientes inclusivos desde el núcleo de la familia parte por los adultos.

Seamos adultos que aprenden a convivir en un mundo donde cada uno tenga su espacio. Y tal como indica Daniel Comin “Si enseñamos a los niños a aceptar la diversidad como algo normal, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia”.