Hacia un mundo nuevo

Desarrollo habilidades sociales los primeros 3 años de vida

Desarrollo

 

Joaquín y Camila están preocupados por su hija Ema de dos años porque no le gusta compartir y porque le gusta jugar sola. Creen que estas dificultades se deben a que es hija única y la mayoría del tiempo se relaciona con adultos.

La preocupación de Joaquín y Camila es muy frecuente en esta etapa del desarrollo, especialmente en papás primerizos, porque temen que las dificultades sociales que observan en sus hijos se deben al poco contacto que tienen con otros niños. Cuando en verdad más que “dificultades”, son comportamientos propios y adecuados de la edad.

El desarrollo de las habilidades sociales es un aprendizaje progresivo y complejo, porque depende de muchos factores, como la madurez cerebral, las experiencias de vida y las prácticas parentales.

Es por esta razón, que cada etapa del desarrollo tiene sus propias metas. Porque las habilidades que un niño puede desarrollar, dependen directamente de su nivel de madurez.

El primer año de vida es uno de los más importantes en el desarrollo de habilidades sociales, porque los niños aprenden que pueden confiar en otros, y que a través de sus conductas, se pueden comunicar y generar una respuesta en el ambiente. En mi libro “Vitaminas para el desarrollo socioemocional” refiero: “Cuando un bebé nos sonríe y le sonreímos de vuelta, aprende que es capaz de iniciar contacto y que es importante para otros. Cuando llora y lo consolamos, aprende que puede confiar en otros, expresar lo que le pasa y pedir ayuda. Que es capaz de hacer cosas cuando está mal y obtener buenos resultados. Cuando los abrazamos, besamos y sostenemos en nuestros brazos, que el contacto con otros es placentero”.

Durante los primeros dos años de vida, los niños muestran mucho interés por otros niños,  pero aún no cuentan con la capacidad para jugar por si solos (salvo que el niño sea mayor y sea él quien guie el juego). La interacción entre dos lactantes tiende a ser muy simple. Saludarse, imitarse y tocarse. Pero después de un rato optan por explorar el ambiente o jugar cada uno por su cuenta.

En la medida que van creciendo, comienzan a disfrutar cada vez más la interacción con otros. Por lo que alrededor de los dos años, comienzan a buscarse de manera más activa. Debido a que aún no cuentan con la madurez cerebral y lingüística para conversar y ponerse de acuerdo, tienden a jugar juntos pero “no revueltos”. Es decir, juegan juntos, pero cada uno con su propio juguete e historia.

Debido a que por estos años están en plena conquista del Yo y los juguetes son como extensiones de su identidad, a los niños les cuesta mucho aprender a compartir. Esto es algo que logran de manera progresiva en la medida que se acercan a los 4 años.

Como puedes ver, los primeros tres años de vida, es completamente normal que un niño no comparta, explore solo o juegue cerca de otros pero sin mayor interacción. Y esto tiene una lógica detrás: antes de aprender a compartir y ponerme de acuerdo con otros, necesito afirmar quien soy y aprender que el contacto con otro es placentero.