Hacia un mundo nuevo

Papás activos en la crianza. Los nuevos roles de los padres en tiempos de equidad.

Consejos

 

Artículo por: Carolina Harris.

En un mundo de nuevos desafíos y diferentes configuraciones de familia, han cambiado algunas expectativas sobre lo que se espera del hombre en su rol de padre. ¿Qué herramientas pueden desarrollar éstos, en el contexto de una crianza compartida?.

Nuevos roles, nuevos desafíos, diversidad de familias.

Hoy entendemos que existen distintas configuraciones de familia y que en la maternidad/paternidad compartida, los compañeros de crianza no siempre además son pareja conyugal ni todas las familias están conformadas por una mamá y un papá.

En el marco de lo anterior y para cualquier sistema familiar, entendemos que la crianza conjunta implica la organización y cooperación entre 2 figuras adultas que en función de las necesidades de un niño, comparten una responsabilidad parental en cuanto al cuidado, la seguridad, la regulación, habilidades socioemocionales y la crianza en general; trabajando en conjunto en sus roles y siendo los principales agentes y tomadores de decisiones de largo plazo en el desarrollo del niño.

Así, podemos reconocer que cuando al menos una de estas figuras significativas es un papá, generalmente es en un contexto muy distinto a las generaciones anteriores: somos testigos de cómo los padres se han visto más implicados en la crianza y en el cuidado; más disponibles para ser parte de una nueva distribución de roles, expectativas y responsabilidades.

Asimismo, hemos podido reconocer como sociedad que madres en períodos de crianza necesitan un receso, salir al mundo laboral, o incluso no pueden implicarse lo suficiente, física o emocionalmente a las necesidades de un bebé. Si éste fuera el caso: ¿cuán preparado puede estar un padre para hacerse cargo de tareas como el cuidado y el afecto?

A pesar de que la mayoría de los estudios realizados se han centrado en las primeras conexiones y vínculos con las madres, las investigaciones que se han realizado en padres han arrojado que éste también modifica su cerebro para adaptarse a las necesidades de un bebé.

A pesar de que los cambios anteriormente mencionados han incrementado la participación de los padres en la crianza, se sabe mucho menos sobre los mecanismos biológicos que regulan el comportamiento en la paternidad, comparado con el cerebro materno y sobre su sensibilidad a las experiencias de cuidado.

Sin embargo, en una medición realizada en 2 momentos de un recién nacido, se demostró en padres implicados en el cuidado que ciertas áreas de su cerebro relacionadas con el apego, la crianza y la capacidad de interpretar y reaccionar adecuadamente al comportamiento de un bebé estaban más desarrolladas luego de 12 y 16 semanas que en las primeras semanas de su nacimiento. En conclusión, mientras más tiempo transcurría, un padre implicado podía volverse más empático, más organizado y mejor cuidador.

Por otro lado, el cuidado de un hijo no sólo es beneficioso para desarrollar una relación fuerte, sino que también produce placer y satisfacción al padre a través de una sustancia química llamada oxitocina, la cual sostiene el comportamiento maternal y paternal creador de vínculos en el ser humano y otros mamíferos.

Esta sustancia química juega un papel clave en la afectividad y genera en los bebés un estado de calma, relajación y placidez a través del cuidado y el contacto cariñoso. La oxitocina además nos protege del estrés, tiene la capacidad de producir empatía y nos da la oportunidad de reconocer las emociones de otros.

Si bien la oxitocina ha sido altamente asociada a la maternidad por su rol en el parto y en la lactancia; también se ha podido medir su presencia en padres implicados como cuidadores primarios o secundarios, dando cuenta de activación de circuitos del cerebro relacionados a esta sustancia y a la capacidad para interpretar mejor las emociones ajenas.

Por último, se demostró que si bien un padre muchas veces puede sentir gratificación desde el contacto cariñoso, el juego brusco pero cuidadoso (por ejemplo, jugar a alzar al niño o al “avión cito”) también podía incrementar estos montos elevados de oxitocina y debido a que el cerebro de los niños pequeños parece imitar los mismos niveles de esta sustancia que el de sus cuidadores, podrían disfrutar mutuamente de la experiencia también desde ese lugar que a veces es tan característico del juego de los padres.

¿Cómo ejercitar , en los padres, esta habilidad para implicarse en el cuidado?.

  1. Paciencia y generar repetitivamente las instancias: Desarrollar el vínculo de un padre con un hijo puede requerir tiempo porque el cerebro se adapta a los nuevos desafíos, lo cual puede no ser inmediato. Sin embargo, ésta relación se forja desde la repetición de experiencias donde el padre se implique de manera activa en el cuidado, sobretodo durante los primeros meses.

 

En esto, distribuir roles para una mayor co-responsabilidad parental es muy importante no sólo desde hacer de la crianza algo más equitativo, sino que con foco en participar más activamente desde las necesidades de un hijo. En la medida de lo posible, compartir tareas como cambiar un pañal, leer un cuento, bañar o alimentar es importante no sólo para alivianar la carga de un compañero de crianza, sino como una oportunidad de cuidado y encuentro que fortalece esa relación e incrementa las instancias para aprender y conocer las necesidades particulares de ese bebé.

 

  1. Activar redes de padres implicados; para compartir necesidades y emociones en esta etapa donde surgen tantos desafíos: Hablar de crianza con otros padres, apoyarse en la experiencias donde puedas sentirte identificado y buscar soluciones. A modo de ejemplo, existen muchos padres activos en redes sociales que desarrollan contenido con foco en los desafíos de la paternidad; con sus principales aciertos y dolores.

 

  1. No olvidar que aprender a ser padre es un proceso que requiere conocer las propias limitaciones y respetar también las de la pareja parental. Todos requerimos guía, soporte, habilidades ante este nuevo desafío.

 

  1. Ser fiel a tu estilo: Muchas veces los padres, al tener una forma diferente, pueden sentirse inseguros y un poco más torpes en la crianza. Cuando además de implicarte en el cuidado, respetas tu propio estilo, puedes cultivar una relación auténtica y genuina, donde tú también disfrutas.

Fuente:

Eyal Abrahama, Ruth Feldman et a. Father´s brain is sensitive to childcare experiences. PNAS (2014). DOI: 10.1073/pnas.1402569111

Feinberg M. E. (2002). Coparenting and the transition to parenthood: a framework for prevention. Clinical child and family psychology review, 5(3), 173–195. https://doi.org/10.1023/a:1019695015110

Kim, P., Rigo, P., Mayes, L. C., Feldman, R., Leckman, J. F., & Swain, J. E. (2014). Neural plasticity in fathers of human infants. Social neuroscience, 9(5), 522–535. https://doi.org/10.1080/17470919.2014.933713

McHale, J. P., Kuersten-Hogan, R., & Rao, N. (2004). Growing Points for Coparenting Theory and Research. Journal of adult development, 11(3), 221–234. https://doi.org/10.1023/B:JADE.0000035629.29960.ed