Un gran desafío y un lindo propósito para grandes y chicos: aprender juntos a crear hábitos y estrategias saludables.
Sabemos que los desafíos de cada etapa de desarrollo a veces implican lidiar con altos niveles de estrés y que, en lo cotidiano, muchas veces sentimos que si los niños pequeños pudieran tranquilizarse con más facilidad, nuestra tensión disminuiría. Esto ocurre porque somos seres sociales y, en las relaciones, nuestras respuestas de calma y estrés siempre influyen en el otro. Sin embargo, los niños aprenden de nosotros los recursos para enfrentarse el estrés y gestionar sus emociones.
En este artículo, exploraremos qué es la autorregulación emocional y cómo podemos trabajarla para ayudar a controlar las emociones de los niños.
¿Qué es la autorregulación emocional?
La autorregulación emocional es la habilidad personal para administrar la atención y emociones lo suficiente como para organizar el comportamiento, controlar los impulsos y resolver conflictos de forma exitosa. Cada vez que nos sentimos abrumados es una oportunidad para ejecutar esta capacidad que nos permite volver a la calma sin que nos dominen las emociones del momento.
En la infancia temprana, esta capacidad aún está en desarrollo, por lo que las emociones en los niños pueden manifestarse de manera intensa. Por eso, es importante que cuenten con el acompañamiento de un adulto que los ayude a gestionarlas. Es decir, requieren de la presencia de un adulto sensible y autorregulado que los ayude a recuperar el control. A través de esta relación de apoyo, nuestros pequeños sientan las bases para el desarrollo individual de esta habilidad.
Convertirse en referente para la gestión de las emociones en los niños
En los primeros años de vida, las emociones en los niños pueden ser intensas, lo que puede suponer un aprendizaje tanto para ellos como para sus padres a la hora de gestionarlas. Esto se debe a que el desarrollo de las zonas del cerebro responsables de habilidades como tranquilizarse o prestar atención aún no han alcanzado su madurez. Por este motivo, cuando las cosas se complican, lo más frecuente es que se activen las áreas cerebrales que los llevan a protegerse del peligro con estrategias como atacar, gritar, huir, llorar, etc.
Un ejemplo podría ser el caso de una mamá o un papá que está con muchas preocupaciones del trabajo, que no ha dormido bien y que tiene un niño pequeño que estalla en llanto porque su hermana le saca un juguete que es suyo. Se entiende que en un momento de mayor aflicción como este, la paciencia del adulto para manejar la situación se reduzca y, en vez de resolver el problema con altura de miras, se enoje y le grite para que su hijo deje de llorar.
Sin embargo, sabemos que, aunque es entendible, esta reacción no ayuda, ya que producirá una escalada que puede terminar en más caos y más descontrol. Por el contrario, un cuidador que pone en práctica estrategias para mantener la calma, logra autorregularse y resolver mejor las situaciones difíciles de la crianza.
En la actualidad, existen estudios que confirman que la autorregulación emocional de los padres moldea las habilidades de gestión de las emociones en los niños a lo largo de sus vidas. Desde la forma en que ejercemos disciplina hasta el clima emocional en nuestras familias u otros reguladores externos, todo ello les sirve para aprender cómo responder a situaciones difíciles.
La autorregulación parental es tan crucial que algunos estudios con embarazadas demuestran que aquellas que logran regular y moderar su propio estrés aumentan las posibilidades de que sus bebés desarrollen mejor estos procesos en sus sistemas nerviosos.
¿Cómo ayudo a mi hijo a desarrollar la autorregulación emocional?
Hay que recordar que la autorregulación emocional no se trata de eliminar las emociones en los niños, sino de aprender y enseñarles a tolerarlas todas, incluso aquellas que son desagradables. Este proceso conjunto de integrar conductas más adaptativas ayudará a que habilidades como enfocarse, concentrarse y tranquilizarse en situaciones difíciles se vuelvan, poco a poco, más naturales.
Como muchas habilidades, la autorregulación emocional se puede practicar. Aquí te presentamos 5 estrategias para que, como adulto, aprendas a manejar el estrés en momentos críticos y, al mismo tiempo, ayudes al niño a desarrollar esta habilidad. Recuerda que el éxito de estas prácticas se mide a lo largo del tiempo, observando la evolución global del niño en vez de centrarse únicamente en los efectos puntuales en un momento específico.
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Planifica tu reacción para mantener un ambiente seguro y calmado. En momentos de enojo, puedes optar por llevar tus manos a la espalda o tomar un respiro antes de responder, asegurando así una interacción tranquila con tu hijo. Con el tiempo, a través de la imitación, aprenderá formas más adecuadas de expresar y gestionar sus emociones.
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Corregula desde las expresiones emocionales. En situaciones donde el estrés de ambos vaya escalando y el niño se encuentre desregulado, intenta calmarte. Puede ser útil moderar el tono de tu voz y hablar más despacio. Nuestras expresiones faciales y el tono de voz influyen en la conexión emocional con nuestros hijos, pudiendo ayudar a tranquilizarlos o, por el contrario, aumentar la tensión en ciertos momentos. Ser conscientes de esto nos permite fomentar un ambiente más calmado y seguro.
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Focalízate en la respiración profunda. Cuando intentamos respirar con calma y profundidad, nuestro sistema nervioso promueve la relajación y nos ayuda a recuperar el control de la situación, lo que facilita que tu pequeño también pueda volver a un estado de seguridad.
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Busca apoyo en otros adultos que puedan estar disponibles y sensibles a nuestras necesidades en momentos de caos. Y es que siempre es beneficioso tener a alguien que nos ayude a corregular y a reducir los niveles de tensión cuando no podemos hacerlo solos.
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Practicar mindfulness y la habilidad para centrar nuestra atención en el “aquí y ahora”. Estas técnicas nos permiten ser amables con nuestras emociones del momento e intentar elegir de manera consciente cómo actuar, en lugar de reaccionar a partir de la confusión y la frustración. Muchas veces el estrés se intensifica cuando no podemos observar qué está ocurriendo realmente en el momento y “contaminamos” la experiencia con nuestras aprehensiones futuras o emociones del pasado. Al tomar consciencia de esto, es más fácil recuperar el foco.
Debemos recordar que, como adultos, tampoco somos perfectos. Nos distraemos con nuestros pensamientos, dándole vueltas a las cosas que no podemos controlar y ante el estrés también se nos hace difícil gestionar nuestras emociones y reorganizarnos.
Cuando enfrentamos momentos desafiantes con las emociones en los niños, tenemos la oportunidad de fortalecer nuestro vínculo con ellos y mostrarles, a través del ejemplo, cómo manejar las dificultades y aprender de los errores mediante la autorregulación emocional. Al centrarnos en la reparación, demostramos que los momentos de desacuerdo y desregulación son oportunidades para hacer cambios y volver a enfocar en lo esencial, recuperando así la sintonía y la conexión con ellos.
Artículo original por: Carolina Harris.
FAQs:
¿Qué es la autorregulación en el desarrollo infantil?
La autorregulación en el desarrollo infantil es la capacidad del niño para gestionar sus emociones, comportamientos y pensamientos, adaptándose a las demandas del entorno y manteniendo el equilibrio emocional.
¿Cómo desarrollar la autorregulación emocional en los niños?
Desarrollar la regulación emocional en los niños implica enseñarles a identificar y expresar sus emociones, modelar conductas calmadas, practicar técnicas de respiración y mindfulness, y crear un entorno seguro que promueva la estabilidad emocional. La mejor forma de enseñarles esta habilidad es a través del ejemplo, por eso, como adulto, es esencial saber autorregularse para que tus hijos puedan aprender a hacerlo.
¿Cómo hacer para que un niño se calme?
Para calmar a un niño, utiliza técnicas de respiración profunda, habla con una voz suave y tranquilizadora, ofrece abrazos y contacto físico reconfortante, y proporciona un entorno calmado y seguro.
Fuentes relevantes de información:
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